martes, 18 de agosto de 2009

Ser asertivos con nuestro cerebro

Hoy les propongo una receta de cocina:

Si leen con atención los pasos y los siguen exactamente, les aseguro un resultado exitoso.

Ahí va:


No mezclen algunos huevos con un poco de harina.

Tampoco batan un cierto tiempo ni agreguen leche en la medida justa y necesaria.

No agreguen la sal o el azúcar o ambas, a medida que la receta se los vaya pidiendo.

Finalmente no cocinen bastante… ¡y listo!

¿Salió?

¿No?

¿Qué habrá fallado?

¿Cómo se imaginan cocinar sin saber cuál tiene que ser el producto de la receta… sin saber adónde quieren llegar?


Muchas personas tienen claro lo que NO quieren… pero no tantas tienen claro lo que SÍ quieren lograr.


Cuando le digo a mi cerebro que ya NO quiero estar gordo. Que NO quiero repetir el tipo de relación que he venido teniendo y que esto NUNCA me va a volver a pasar… me estoy comunicando de una manera altamente eficiente… para que pase exactamente lo contrario.


El efecto es el mismo que el que se logra cuando les pido encarecidamente que NO piensen en un elefante rosa con lunares verdes.


Nuestro cerebro no tiene la representación del NO… automáticamente necesita representarse aquello que no queremos (y hacia allí se dirige) para después negarlo.


Cualquier objetivo que me planteo en términos de pérdida, de dejar, de no querer, de no repetir, de evitar, está destinado a ser contraproducente.


Cuando me pongo a cocinar, seguramente tengo en mis pensamientos, una representación bastante precisa de aquello que quiero lograr como resultado. Cómo se verá mi plato, qué sabores y olores tendrá, qué voy a sentir al comerlo y hasta tal vez pueda escuchar algún sonido que me hable de su punto de cocción (por ejemplo el “ruidito” que hacen las cosas en el horno) o su crocantez (por ejemplo al morderlo).


Ese conjunto de señales claras y específicas que mando a mi cerebro y que hace que lleve adelante las acciones que me permitan servir en mi mesa un peceto al horno con papas en lugar de una mezcla informe de ingredientes crudos o quemados, dulces o salados, comestibles o tóxicos, funciona de la misma manera con relación al logro de objetivos.


¿Qué quiero lograr realmente?

Esto que quiero lograr ¿depende de mí?

¿Cómo me voy a dar cuenta de que lo logré? (Específicamente qué veré, escucharé y sentiré)

¿Cómo se darán cuenta los demás (qué verán, escucharán o sentirán)?

¿Qué ingredientes, capacidades o habilidades necesito?

¿Cuáles tengo y cuáles me faltan?

¿Qué puedo hacer para conseguir los que me faltan?


La PNL nos habla de objetivos bien formados.

De aquellas condiciones que un objetivo debe cumplir en su formulación para poder llegar a buen término y dejar de ser un mero deseo o una fantasía.


En ese sentido hay una serie de preguntas específicas a respondernos para comprobar que estas condiciones se cumplan.


Los invito a reflexionar sobre qué tipo de señales solemos mandar a nuestro cerebro y cuáles son los resultados que obtenemos con relación a las señales que mandamos.


Lo más notable, y hasta tal vez paradójico, es que generalmente obtenemos lo que deseamos… ¿o alguna vez llegaron a la mesa con una pizza casera después de haberse puesto a cocinar peceto al horno con papas?...



3 comentarios:

  1. Lo que más me gusta del artículo es el desafío, y aprendizaje, que provoca pensar en lo que SÍ queremos en vez de lo que NO...

    ResponderEliminar
  2. No me hubiese imaginado a un objetivo como el producto final de mi tarde de cocina...
    Si me aporto algo?! Por supuesto q si, no solo evitar el pensamiento negativo sino darle una estructura prolija y continúa a mi tarde de cocina.
    Gracias por compartir este pequeño secreto.
    Noelia

    ResponderEliminar
  3. Me resulta interesante la articulación de esta nota con las afirmaciones de dos psicoanalistas. En primer lugar Freud dice que el inconsciente no contiene la posibilidad de la negación, y justamente, en su clínica ha tratado las negaciones como afirmaciones de lo que se está negando. Por otra parte, el ejemplo del elefante lo da Lacan en el seminario 1 para dar cuenta de la realidad que crea el lenguaje. Saludos

    ResponderEliminar