viernes, 31 de julio de 2009

Sexto Sentido

ILUSIÓN: Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos. (Real Academia Española)


Frecuentemente, en nuestro idioma, escuché la frase “ilusión óptica”, aunque pocas veces escuché algo así como “ilusión auditiva” o “ilusión perceptiva”, a pesar de que en la definición se lee “engaño DE LOS SENTIDOS”.


Como seres biológicos (y específicamente humanos) que somos, tenemos los mecanismos necesarios para percibir lo que percibimos, o sea, ver lo que vemos, oír lo que oímos, gustar lo que gustamos, oler lo que olemos y “tactar” lo que “tactamos” (valga la invención de un nuevo verbo).


Hasta aquí, hice referencia a los cinco sentidos “clásicos”, si se quiere.


Si nos limitáramos a percibir, posiblemente yo no estaría escribiendo esto ni ustedes podrían estar leyendo. Me pregunto si existiríamos.


A los cinco sentidos “clásicos” yo entiendo que a veces se nos pegotea un sexto sentido... el sentido del sentido.


Cuando interpretamos una percepción, de alguna manera le estamos dando un sentido a eso que mis sentidos captaron, y vuelvo a la Real Academia Española y a una de las acepciones de la palabra “sentido”


SENTIDO: Modo particular de entender algo, o juicio que se hace de ello.


Necesaria (y muchas veces afortunadamente) damos sentido, interpretamos lo que percibimos. Si así no fuera, probablemente hubiera seguido cruzando despreocupado la calle cuando esta tarde ese camión se acercaba a toda velocidad.


Sin embargo, en la comunicación humana, muchas veces nuestro sexto sentido nos juega malas pasadas.


-¡Yo no te dije eso!


-¿Cómo que no?. ¡Claro que me lo dijiste!


-¡No!


-¡Sí!


-¡No!


Y así podríamos seguir infinitamente, si es que antes nuestro jefe no nos echó, nuestra relación no se terminó, el proyecto no fracasó, y una interminable lista de etcéteras posibles.


Tomar conciencia de que carecemos de los mecanismos biológicos para acceder al sentido que el otro le dio a la frase que me dijo, a lo que quiso significar con un mínimo gesto o con una mirada, nos pone en otro lugar, nos lleva a hacernos cargo de nuestras interpretaciones.


Para ello, contamos con poderosas herramientas: el chequeo, la pregunta, el parafraseo, la verificación de lo que entendimos con relación a lo que el otro nos dijo, o nos quiso decir.


La invitación es a hacernos responsables de lo que nos toca: A achicar esa brecha, ese espacio, entre lo que nos dicen y lo que escuchamos… a empezar a escuchar “adultamente” y evitar (o aminorar) situaciones como esta…


(ESTE VIDEO REQUIERE EL SONIDO ACTIVADO PARA TENER SENTIDO)




miércoles, 15 de julio de 2009

Lenguaje corporal, Escucha, Conversaciones Públicas y privadas


Según Rafael Echeverría, escuchar, es el lado oculto del lenguaje.


Escuchar valida el hablar.


Hablamos para que nos escuchen. No tendría sentido la existencia de las conversaciones si no hubiera alguien ahí para escucharlas (aunque ese alguien seamos nosotros mismos).


Cuando dos o más personas se encuentran y conversan, digamos que los oídos van a poder escuchar una conversación, que llamaremos pública.


Sin embargo, en ese momento va a haber en juego más de una conversación.


Además de la conversación pública (que puede ser percibida por los oídos), cada uno de los participantes de esa conversación tendrá también su conversación privada… que sólo percibe él mismo. Esta conversación privada no es buena ni mala en sí misma. Simplemente ocurre.


En algunos casos puede ser muy funcional a mi escucha para con otro, o en otros puede ser bastante perjudicial (por ejemplo, cuando me “enrosco” en esa conversación privada, y ese enroscarme me impide focalizarme en la conversación pública que tendría que estar escuchando en ese momento).


En su revisión del concepto de Escucha, Echeverría postula que, no sólo escuchamos con los oídos. La nueva propuesta, o “definición” si vale el término, es que escuchar es percibir + interpretar, y los seres humanos percibimos con todos nuestros sentidos.


Escucho con el cuerpo, y escucho también “al” cuerpo.


Puedo inferir en qué estado de ánimo o emoción está el otro con solo “escuchar” (percibir + interpretar) su lenguaje corporal. Posteriormente puedo constatar la validez o no de esa inferencia, chequeándola con mi interlocutor o indagando sobre aquello que percibí.


Por otra parte, acompañar al otro desde el lenguaje corporal, va a hacer mucho más fluída y sencilla mi escucha.


¿Alguna vez te pasó que te dijeran "no me estás escuchando" cuando sí lo estabas haciendo? Recordá como era tu corporalidad cuando tu interlocutor interpretó que no lo escuchabas... ¿lo estabas mirando?... ¿tu postura corporal era similar a la de él o era totalmente distinta?.


Y por el contrario... ¿te pasó de hacer como que escuchabas mientras tus conversaciones privadas estaban en otro lado?... ¿y hacerlo de una manera tan convincente que tu interlocutor nunca se enteró de que ya te habías "ido" de la conversación?... ¿Recordás cómo hiciste para que pareciera que sí escuchabas?... Apostaría que tu cuerpo... algún movimiento de cabeza... algún contacto visual... o algún "ahá" por ahí perdido daba señales de que estabas escuchando.


Las situaciones descriptas no nos hablan de otra cosa que de la importancia del cuerpo en el acto de la escucha. Si hacemos memoria, posiblemente nos daremos cuenta de que las ocasiones en que más efectivamente escuchamos tienen que ver con un "escuchar con el cuerpo" además de con los oídos.


Cuando mi lenguaje corporal no acompaña, contribuyo a que las conversaciones privadas de mi interlocutor tomen mucha más fuerza, tanta que lo hagan perder el hilo de la conversación y tanta, tanta, que tal vez necesiten salir al ámbito de la conversación pública a la manera de un reclamo del tipo: "¡NO ME ESTÁS ESCUCHANDO!".


En conclusión, para mí, el lenguaje corporal, entre otras cosas, es una herramienta muy poderosa con relación a la calidad de mi escucha. Por otra parte, ciertas corporalidades me serán más funcionales para escuchar mejor.... sobre todo cuando los cuerpos de los participantes en una conversación están en una “sintonía” similar.


Si pensamos que el conversar es como una danza, no acompañar con el cuerpo sería algo parecido a tener a dos bailarines bailando danzas distintas, a ritmos diferentes y con códigos incompatibles. El producto final puede ser un baile bastante caótico, con el cual ninguno de los dos se sienta cómodo, ni acompañado, ni comprendido.



(Imagen Escucha: http://es.dreamstime.com/)


PNL… ¿Para qué?

Mientras pensaba cómo escribir este artículo, recordé mis primeros contactos con la Programación Neurolingüística… y mis caras de desesperación al tratar de explicar lo que era cuando me lo preguntaban.

¿Cómo empezar?... ¿Serviría decir que es una disciplina que nació en los años 70 en la Universidad de Santa Cruz, California?... probablemente a algunos les sirva. ¿Y que nos provee de una caja de herramientas para comenzar a operar de otra manera en el mundo?, tal vez esto les haga sentido a algunos otros…

Hoy por hoy, unos cuantos años después, me sigue costando trabajo encontrar la definición “correcta” de lo que la PNL es, si tal cosa pudiera existir.

Lo que sí tengo, son experiencias para contar los espectaculares cambios que presencié a lo largo del tiempo que hace que estoy en contacto con ella.

Recuerdo por ejemplo a Silvina… que luego de años de terapia seguía comiéndose las uñas, hasta casi lastimarse los dedos… y también recuerdo haber escuchado sus uñas tamborillear en el apoyabrazos un mes después de una intervención de unos cuantos minutos.

Otro caso es el de Liliana, que quince días después de decir “mi marido me dejó y me arruinó la vida”, relataba que por fin había empezado a estudiar pintura después de años de postergarlo y que estaba feliz por eso.

También viene a mi memoria el recuerdo de Miguel, que estaba convencido de su incapacidad para hacer amigos, y celebró su último cumpleaños con treinta personas que lo aman y que hasta hace un par de años él ni conocía.

Y cómo olvidar a Santiago, quien al dejar atrás su problema de autoestima hizo tal cambio en su imagen física que a varias personas les costó trabajo reconocerlo.

Si yo tuviera que decir qué es la PNL diría que es magia. Magia en acción.

La Programación Neurolinguistica nos provee de habilidades prácticas para crear los resultados que nosotros verdaderamente queremos. Es una invitación a cuestionar y cuestionarse el modo de pensar, de comunicarse, de observar y de actuar, para aprender nuevas respuestas ante los viejos y nuevos desafíos. Mediante un conjunto de técnicas y modelos muy sencillos y breves (relacionados simplemente con cómo veo, escucho, siento, pienso y digo) nuestro mundo empieza a cambiar.

Aparecen ante nuestros ojos opciones que, creíamos, antes no estaban ahí. Empezamos a relacionarnos de otra manera, con nosotros mismos y con los demás, a lograr congruencia interna, a alinearnos en la búsqueda de nuestros objetivos y mientras lo hacemos, vamos consiguiendo resultados extraordinarios en esos lugares en donde antes había sido imposible para nosotros.

La PNL ya está resonando en el mundo, y cada vez se posiciona con más fuerza en la Argentina. Está en cada uno de nosotros animarnos a descubrirla.



(Imagen Rompecabezas: http://es.dreamstime.com/)